Las tarjetas VISA y el modelo masculino de negocio

En estos días nos estamos enterando de los bochornosos gastos cargados a las tarjetas Visa de Bankia (antigua Caja Madrid) por parte de una pléyade de “consejeros”  y digo bien “consejeros” porque en las altas esferas ya sabemos que el poder lo controlan los hombres.

Aparte de la exigencia de que devuelvan el dinero robado a una caja de ahorros modélica antes de que el Sr. Blesa la manipulara, de que se ejerza la denuncia penal y de que estos “piezas” queden inhabilitados de por vida, se puede hacer una lectura con clave feminista.

Las ingentes cantidades de cargos en concepto de masajes tailandeses, spas, clubes de alternes, etc nos indican las actividades relacionadas con la prostitución que mantenían los implicados.

Durante los años 90 tuve un puesto donde todos mis compañeros eran hombres y teníamos muchos clientes que eran constructores, después de una comida de negocios para celebrar la firma de un contrato, me tenía que ausentar con cualquier escusa (que tenía que recoger a mi hija en la escuela por ejemplo, algo que era verdad) y todos ellos acababan la celebración en un club llamado “La casita”.

Veo que la situación ha empeorado puesto que ahora les pagamos con dinero público el “final feliz”.

En la regeneración democrática y en la lucha contra la corrupción, hay que incluir un cambio en la forma de hacer negocios que es producto de la misoginia y el machismo que impera en la mayoría de las empresas de este país llamado España y me imagino que en las del resto del mundo también.

No quieren mujeres en puestos de alta dirección, una o dos como mucho, ponen a mujeres tipo Mónica Oriol para  “reírles las gracias” y servir de correas de transmisión de sus planteamientos y se perpetúan en sus latrocinios y en sus maneras de hacer negocios basándose en el sexo y en el consumo de bebidas alcohólicas y por eso no quieren conciliar la vida laboral y familiar y por eso nos ningunean y para ellos, las mujeres, somos la carne que satisface un buen acuerdo de negocios.

Por Ana Rubio, militante de Izquierda Xunida de Pravia